Como se ha mencionado en artículos anteriores, el ambiente laboral se caracteriza por encontrarse en un proceso constante de cambio que enfrenta a los trabajadores con situaciones que les exigen un continuo mejoramiento y adaptación. Este hecho puede generar una gran cantidad de emociones y reacciones que varían de persona a persona y que definen de manera importante la toma de decisiones y ejecución de estrategias.
La cualidad que sirve como referencia para la toma de estas decisiones es la inteligencia emocional.
Daniel Goleman, psicólogo estadounidense define la inteligencia emocional como una forma de interactuar con el mundo en la cual se tienen en cuenta los sentimientos. Esta engloba habilidades como el control de los impulsos, la autoconciencia, el entusiasmo, la perseverancia, empatía, la agilidad mental y la motivación. Tales habilidades determinan a su vez rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.
Así pues, las habilidades técnicas que poseea un individuo se ven condicionas por su estado emocional, en tal medida que si este posee una inteligencia emocional poco desarrollada, dichas habilidades pueden resultar de poca utilidad.
En lo respectivo a la inteligencia emocional aplicada al ámbito laboral, Ayman Sawaf propone cuatro pilares para aplicar la inteligencia emocional al liderazgo y las organizaciones. Estos son:
- Conocimiento emocional: al enfrentarse con una situación determinada pueden surgir varias emociones, es importante identificar tanto las mismas como sus causas y la intensidad de cada cual. Este conocimiento es la base de la toma de decisiones frente a una situación determinada.
- Aptitud emocional: es la cualidad que poseen los individuos de recrear y fomentar en si mismos las habilidades conectadas con características emocionales favorables. Esto favorece el crecimiento emocional y el aprendizaje, tanto de lo personal, como de los otros.
- Profundidad emocional: esta es producto de un esfuerzo consciente y deliberado por conocer y corregir las respuestas emocionales negativas. La negación de una característica emocional negativa, porque la misma sea poco conveniente en el ámbito laboral, genera un sesgo en el desarrollo de la profundidad emocional, y por lo tanto induce a la repetición de esas emociones.
- Alquimia emocional: consiste en el uso de las emociones generadas por una situación específica, tanto negativas como positivas, como catalizadores de cambio y crecimiento. Por ejemplo, si el fallo en una tarea genera emociones como vergüenza, decepción o enojo, estas emociones que en si se perciben como negativas pueden servir como elementos que gatillen un proceso de mejoramiento cuya finalidad es no volver a revivirlas.
Hay mucha literatura sobre inteligencia emocional y como esta influye en las estrategias de afrontamiento de obstáculos en el ámbito personal como laboral, para continuar la formación sobre el tema, lo invitamos a consultar del autor del libro Inteligencia emocional , Daniel Coleman ver esta conferencia.